
Ernesto De Blasis (San Felipe, 1959) nos entrega una historia que, a medida que avanza, la asemejamos a un juego de ajedrez donde no existen ganadores ni perdedores, cuyas piezas (personajes) esperan la orden para movilizarse y seguir a ciegas su destino. Porque la obra refleja lo que la vida contiene: triunfos, fracasos, enfermedades, salud, alegría, tristeza, locura, cordura. Situaciones límite con personajes que cargan su cruz como la mayoría de los mortales. Arturo Plaza y Reinaldo Cruchaga conforman una sólida amistad en torno al deporte y a la vida. El primero es un joven idealista que ama el deporte y tiene méritos de sobra para ello. Arturo desea convertirse en el mejor jugador del mundo mediante torneos internacionales de bochas, situación no menor pensando en su filosofía de vida cuyos valores giran en torno a la amistad, la libertad, la igualdad de oportunidades entre las personas donde el dinero no constituye una prioridad para él. Reinaldo Cruchaga, por su parte, es miembro de una familia acomodada, aunque completamente desadaptado debido a su naturaleza rebelde y ciertas condiciones psicológicas que le juegan una mala pasada a la hora de tomar decisiones y como es de suponer ha fracasado en casi todo, incluso en sus estudios.
La novela juega con los destinos de estos personajes, quienes, de un momento a otro, dan un giro inesperado a sus existencias y sin mayores cuestionamientos siguen la ruta que el porvenir les depara. ¿Acaso la vida no sea más que eso, una energía sin rumbo fijo, un murmullo a medianoche, una bola de nieve que rueda por los aires, una ilusión, un ensueño o fantasía y los seres humanos somos meros títeres donde alguien dirige nuestros movimientos sinsentido y giramos en cualquier dirección sin siquiera darnos cuenta?
Lo que rescatamos de esta historia es el tratamiento que De Blasis da a sus personajes, considerando sus trágicas existencias, el autor narra los hechos con naturalidad, soltura, sencillez y cierta espontaneidad no exenta de buen humor. Lo que permite una lectura sin sobresaltos, sin cuestionamientos y las reflexiones van brotando con sentimientos, digamos, con buena energía en medio de la tormenta.
La metáfora de la existencia humana se evidencia en variadas situaciones que le suceden a Reinaldo y Arturo. De un día para otro, Reinaldo se enamora de una joven prostituta y se la llevará con él al fundo familiar en Coltapu, ahí tratarán de sobrevivir a las vicisitudes de la vida de campo, donde Reinaldo, convertido ahora en un empedernido alcohólico y futuro padre, se internará en un hospital psiquiátrico para espantar a sus demonios que lo acechan, a cuyo lugar acudirá su amada de vez en cuando a visitarlo. Por su parte Arturo seguirá sus sueños de campeón, y aunque no lo logra, se conforma con las metas alcanzadas. También se enamora de una joven y pone en riesgo su matrimonio. Entre sus idas y vueltas Arturo marchará al sur austral a trabajar unas tierras inhóspitas con un socio mala leche que lo estafará. Ante tales circunstancias y obedeciendo acaso a un proceso de sanación, cierto día decide retomar la amistad de Reinaldo, emprendiendo una aventura mística, acaso una locura, donde cumplirá todos sus sueños y anhelos.
El desenlace de la novela nos lleva a múltiples reflexiones relacionadas con el verdadero significado del éxito, la amistad, la familia, la libertad, la persistente insatisfacción del ser humano inmiscuido en una sociedad de consumo, donde la dinámica funciona con códigos propios y una gran mayoría no logra adaptarse: Reinaldo y Arturo representan esa gran mayoría. El desafío no es menor al momento de replantearnos el cómo sobrevivir en el sistema ¿nos retiramos a vivir a la montaña?, ¿cambiamos el chip y nos conformamos con lo que nos toca vivir? ¿nos adaptamos de buena manera y triunfamos?, ¿quién establece los límites? Preguntas van y vienen cuyas respuestas yacen en los rincones más luminosos y más oscuros de nuestro cerebro. Pero las respuestas son necesarias, considerando una meta en común: la ansiada felicidad que todo ser humano desea alcanzar.
Marco López Aballay
-Escritor-
