Muchas veces se piensa que detrás de la instalación de un local que es parte de una cadena grande, como son las librerías Qué Leo de Los Andes y San Felipe, existe una estrategia comercial analizada fríamente de antemano por el departamento de marketing de la empresa. Nada más alejado de la realidad. El gran éxito de la librería, y del café que se ubica en la esquina frente a la plaza de San Felipe, es una sinergia de la pasión que le ha puesto su dueño, Carlos Herrera Quiroga, a este proyecto.
Él nos cuenta que de su época de universitario se fue transformando en un amante de los libros, y luego fue notando que lo que más le gustaba eran las librerías. Tanto así, que nos dice, “Después de una cancha de fútbol el segundo lugar donde me gusta estar es en una tienda de libros”.
Ejerció su profesión de periodista durante más de veinte años en Santiago, tiempo en el cual frecuentaba librerías, especialmente las de Providencia. Al viajar por distintos lugares no podía dejar de visitar las tiendas de libros. En ellas no sólo se dedicaba a buscar libros, sino también a conversar con las personas que las atendían.
Tanto le gustaban las librerías que instalar una era un sueño futuro. Incluso había conversado con el antiguo dueño de la franquicia Qué Leo, sin embargo, era una idea en el aire que esperaba concretar cuando tuviese más edad. Pero de pronto esta idea se adelantó como un proyecto sólido y no precisamente en el mejor escenario.
En octubre del 2019, la misma noche del Estallido Social, se despedía de su antiguo trabajo con una cena que su equipo le había organizado. Dejaba atrás una labor demandante y volvía a la tranquilidad de Los Andes.
A mediados de febrero del 2020, ya instalado en la ciudad, iba manejando por una calle céntrica y vio que el local donde antes se encontraba la carnicería El pollo móvil estaba desocupado, y sintió un impulso intuitivo, de esos que Carlos tiende a seguir: “Aquí yo voy a hacer una tienda de libros. Voy a comenzar a trabajar en esto”.
En marzo estaba firmando tanto el contrato de arriendo del local, como los de la franquicia. Ese fue el punto de partida de esa cadena de impulsos que lo llevaron a tomar decisiones en medio de una situación de alta inestabilidad que se fue tejiendo coincidentemente a partir de ese momento, producto de la pandemia.
Se decretaba cuarentena, el comercio se vio afectado, y Carlos debía decidir si continuar con el proyecto o echar pie atrás, y para pensarlo se tomó un mes. Lo conversó con dos amigos cercanos quienes le aconsejaron que no siguiera adelante, pues estaría desperdiciando los ahorros de toda una vida de trabajo a sus 44 años. Ya estando en abril, pasaba una semana en que decidía que lo haría; y a la siguiente, que no, y así transcurría el tiempo. Comenta que le gusta el riesgo, pero existían razones de fuerza mayor para no seguir adelante. Lo conversó también con sus padres, quienes le respondieron: “Si igual lo vas a hacer, si estás loco, siempre has sido así”.
Sondeando distintas alternativas que le permitieran tomar decisiones, se puso en contacto con la dueña de la librería Qué Leo de Quillota, sin conocerla, y ella fue muy generosa al contarle su experiencia: que había partido con el Estallido Social y que su proyecto en un inicio se había visto afectado. Ella resumió su experiencia como “toda una aventura”. Carlos pensó que si esta mujer de su misma edad, con quien compartía ciertas cualidades, y quien había enfrentado un periodo adverso, pudo llevar de todas maneras adelante su proyecto, ¿por qué no podría él? Y ahí decidió echar a andar todo.
El local se encontraba bastante deteriorado, era necesario realizar mejoras para dejarlo operativo, y en un tiempo récord de poco más de un mes y medio estaba listo. Así fue, como el 09 de junio de 2020 estaba abriendo la librería de Los Andes por primera vez, en plena pandemia. Sin embargo, al poco tiempo, debieron cerrar al decretarse cuarentena.
Comenta Carlos que otra mujer que afortunadamente se cruzó en su vida, fue la contadora, quien le dijo que al abrir el giro agregara: venta de diarios y revistas, lo cual fue una cuestión providencial, pues ese giro permitía que tanto él como la persona que trabajaba en el local, pudiesen atender. Todos los días abrían la puerta de ingreso, cada vez por un periodo más largo. Las pocas personas circulantes que iban a comprar medicamentos pasaban para distraerse un momento, y él los entendía muy bien, porque él no es del tipo de personas que soporta el encierro.
“Gracias a la plataforma de Instagram el proyecto explotó”, nos comenta Carlos. Comenzaron a sumarse muchos seguidores cada día, y con ello a hacer delivery, entre las diferentes comunas del valle de Aconcagua, entregando un promedio de 45 libros al día. “Hay gente que me dice que tuve suerte, y sí en algunas cosas fui afortunado, pero hubo un desgaste tremendo detrás por llevar a cabo este sueño”, afirma su dueño, a lo que podemos agregar su capacidad de seguir su intuición, la humildad para escuchar a otras personas que le pueden aportar una mirada diferente; ese equilibro entre ser arriesgado, y prudente al mismo tiempo, además de su perseverancia.
Pero no todo es venta de libros. Comenzaron a hacer lives con escritores y presentaciones de libros. Recuerda que en los momentos en que se levantaba la cuarentena, llegaba genta con mascarilla al local, ávidos de buscar un espacio que les diera calma tras el encierro. “Las personas van a una tienda de libros buscando una conversación. Y el libro es un muy buen estímulo para eso. Es distinto cuando se busca un jeans. Cuando se busca un libro se busca por la necesidad de conocimiento o de ayuda, alimentar el espíritu, superar la pena; está en una capa diferente de las necesidades”, opina Carlos.
Antes de iniciar toda esta aventura, él venía de un ritmo de trabajo estresante, y se dio cuenta que ahora en su nuevo emprendimiento le quedaba tiempo, algo a lo cual no estaba acostumbrado, y pensó: “Si abrí una, puedo abrir otra en San Felipe”. Vio el local en diciembre de 2021 y el 20 de enero ya estaba abriendo la sucursal en una calle céntrica de San Felipe.
De ahí en adelante se fue desencadenando el proyecto con un ritmo bastante estable. No sólo gracias a él, sino al equipo de personas que trabajan en los locales, a quienes él refiere constantemente en su relato, mencionando las acciones que ejecutan, en plural. Así por ejemplo nos cuenta: “Estamos desde las 7 de la mañana, remando, remando y es entretenido, nos gusta, siempre hay conversaciones”, mientras estamos en la cafetería ubicada en la esquina de Salinas


¿Cómo surgió la idea de esta cafetería?
Pronto Carlos y su equipo se dieron cuenta que cuando hacían una publicación de libros y café eso le gustaba mucho a la gente, y así comenzaron a pensar en la idea de la Cafetería Qué Leo.
A fines de 2022 vio el espacio donde hoy se ubica, y pensó que ese era el lugar idóneo. Nos dice que podrían haber escogido un local más alejado del centro, considerando que esta era una inversión mayor, sin embargo, su visión se resume en las siguientes palabras de Carlos: “La esperanza que sigo teniendo es que los libros y la cultura en general, las artes visuales, las artes escénicas no pueden ser el invitado pobre. Si nosotros vamos a hacer esto que sea una mezcla de espacio de lectura, de venta de libros, productos de primera calidad en cafetería y pastelería; lo vamos a hacer frente a la plaza de armas de San Felipe, que no pase inadvertido”.
De todos los aprendizajes que Carlos ha obtenido durante estos años, destaca lo siguiente:
“Los hombres tenemos una tarea importante por delante, porque las mujeres leen mucho más que nosotros; y eso habla muy bien de las mujeres. Lo otro, que vienen generaciones muy lectoras. Tenemos el segmento de las novelas juveniles, con rollo amoroso, fantasías. Se puede pensar análogamente que este fenómeno en épocas más antiguas ocurría con los libros de tipo Corín Tellado, que era la puerta de entrada al mundo de los libros. Todos hemos tenido una puerta de entrada a los libros”.
Las librerías de Carlos son una manifestación cultural, en el sentido que llevan la promoción de libro y la lectura a los establecimientos educacionales, promueven a los escritores locales, realizan lanzamientos de libros y diversos eventos abiertos al público. Carlos finaliza contándonos: “Este aspecto es el que más nos nutre. Ese apartado cultural de interactuar, de promover los libros, porque permite ampliar el hábito de leer. Yo sigo soñando con una sociedad donde la gente lea más”.
Las librerías Qué Leo se ubican en Salinas 1432, frente a Chilquinta, en San Felipe y en Esmeralda 601, Los Andes. La Cafetería Qué Leo está en Salinas 251, en la esquina de Merced frente a la plaza de San Felipe. Atienden de lunes a sábado, en los horarios que se indican en sus cuentas de Instagram: @queleosanfelipe, @queleolosandes.
La Cafetería Qué Leo atiende desde las 07:20 am hasta las 20:00 horas, de lunes a viernes. Y de 09:00 a 20:00 horas el día sábado. @cafequeleo.sf