La belleza más allá de la crema: la glicación y el envejecimiento prematuro

Cuando hablamos de belleza solemos pensar en el cuidado del rostro, en mantener la piel fresca, nutrida e hidratada. Pero la realidad es que la belleza va mucho más allá de una crema o un tratamiento. Se construye a diario con la actitud, la manera en que manejamos el estrés, la alimentación y, por supuesto, la hidratación.

Un claro ejemplo: ninguna crema logrará un cutis verdaderamente luminoso si no bebemos suficiente agua. La piel refleja lo que hacemos por dentro.

En este camino hacia una belleza integral aparece un concepto poco conocido pero fundamental: la glicación. Este proceso ocurre cuando el exceso de azúcar en el organismo se adhiere a las proteínas, dañando al colágeno y la elastina, fibras esenciales para mantener la piel firme y elástica. El resultado es un envejecimiento prematuro que se traduce en arrugas tempranas, flacidez y pérdida de luminosidad.

Lo curioso es que vemos la glicación en situaciones cotidianas. Cuando tostamos demasiado el pan y queda negro en las orillas, cuando la carne se quema en un asado, cuando las papas fritas quedan muy doradas o cuando una fruta cocida se oscurece. Ese mismo proceso que observamos en los alimentos ocurre también dentro de nuestro cuerpo.

La buena noticia es que podemos prevenirlo con elecciones conscientes: moderar el consumo de azúcar, preferir alimentos frescos, evitar los excesos de cocción, beber agua y cuidar el descanso. Porque la belleza no solo se aplica en la piel, se vive desde dentro. Y cada pequeño hábito saludable que cultivamos hoy es una inversión para que mañana nuestra piel y nuestro cuerpo nos lo agradezcan.

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Fuente imagen: riberasalud.com

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