Fui a comprar a la verdulería y la dueña estaba en amena charla con una clienta; y yo, andaba apurada. Mantenían un diálogo que he escuchado año tras año, cada uno de los chorrocientos años que he vivido:
-Hace tanto frío -decía la vendedora.
-Sí, pero hoy amaneció mejor. Ayer sí que estuvo helado -respondió la clienta. Y la otra contestó:
-Cierto. Ayer yo andaba con esta misma chaqueta y estaba congelada.
Seguían haciendo ping-pong con frases de ese tenor, mientras yo esperaba impacientemente. Si hubiesen estado comentando algún hecho novedoso, hubiese tenido más tolerancia para esperar mi turno. Pero la conversación trillada estaba elevando mi “irritómetro” a gran velocidad, hasta que de pronto la dueña del local comentó:
-Ojalá no llueva. Me deprime la lluvia.
Ante tamaña incongruencia mi irritómetro explotó:
-¿Y cómo espera usted que crezcan estas lechugas que usted vende, si no llueve? -me miraron con cara de asesinato y eso normalmente me da pie para seguir hablando:
-Estamos en una zona agrícola, señoras. Si no llueve, la economía se estanca y su negocio se va a las pailas.
Hicieron ese gesto típico de complicidad que hace la gente cuando yo digo algo que le cae mal. Levantaron las cejas, los hombros y todo lo que podían levantar, y la dueña, dirigiéndose a mí me dijo bien seca:
-¿Eso va a llevar? Péselo acá.
Ninguna de las dos fue capaz de mandarme a la punta del cerro. Podrían haberme increpado. Mal que mal, me metí en su conversación. Para defenderse se quedan sin palabras, pero para hablar tonteras; les sobran. Suelo irritarme con lo trillado, con las palabras vacías que no aportan información nueva, o cuando se le da vueltas a una misma idea sin salir de ahí, y por ese motivo tampoco aguanto los noticieros de televisión, donde la dinámica es siempre igual. La noticia: “Chocó un auto en la esquina de la casa redonda” y muestran el auto, y la esquina, y luego el auto y luego la esquina, y así sucesivamente. Tanta tecnología en el mundo ¿Y no tienen más imágenes? Uno cambia el canal y en todos están mostrando lo mismo desde diferentes ángulos, pero cada canal usa dos o tres imágenes de fondo que dan vueltas mientras dura la noticia. Y qué decir de cuánto alargan innecesariamente la información. Ya nos enteramos que el auto chocó la esquina de la casa redonda, y entrevistan al vecino que escuchó un ruido ensordecedor, y al transeúnte que iba pasando y que quedó impactado con el choque y luego al prefecto de Carabineros que dice exactamente lo mismo que ya nos había contado el periodista, y después desde el estudio los panelistas comentan el choque. Quince minutos para una información que podría durar un quinto de ese tiempo. Todo ese despilfarro de tiempo con información trillada me irrita, pero en la verdulería la guinda del helado fue la falta de coherencia de la señora. La mujer vende verduras y no quiere lluvia; dijo que le deprimía. Sería como que al presidente del Banco central le molestara el sonido de las monedas, o como que a un médico le deprimiera que la gente se enferme.
Información trillada e incoherente. Era lógico que mi irritómetro explotara.
Hasta pronto.