Perdona nuestros pecados

Para el Uní Uní empezó bien la tarde, recién corría el tercer minuto del partido y Boris Sagredo dio con el arco de La Universidad de Concepción, y ponía en ventaja al cuadro local, situación muy poco frecuente en la temporada 2025.

El público celebraba alborozado en las tribunas, mientras los albirrojos se abrazaban junto al arco norte del histórico municipal.

El sol pareció eludir las nubes y se sumó a la celebración. Todo hacía presumir que sería una tarde victoriosa, los más optimistas ya sumaban tres puntos al haber del cuadro aconcagüino.

Sin embargo, pocos minutos después, todo cambió. Esta vez en el arco sur; un defensor sanfelipeño comete un error «imperdonable»,  en términos futbolísticos: una falta innecesaria, que costó su expulsión y penal a favor del forastero. Resultado: volver a fojas cero y con un jugador menos. Frente a este panorama, no puedo más que recordar a Vicente Huidobro, que canta: «Altazor, ¿por qué perdiste tu primera serenidad?”

Y en efecto, en esos escasos primeros minutos, el campeón de 1971 jugaba bien, con buen ritmo y mucha actitud. Pero, una vez más, los errores terminan condenando al equipo a jugar a defenderse; a retroceder más de lo necesario, y a cambiar el esquema inicial.

De igual manera el equipo se defendió acertadamente en lo que restaba del primer tiempo.

Pero en el inicio de la segunda etapa, la visita aprovechó el obsequio generoso del huésped y convirtió la segunda cifra, que estructuraría el 2 a 1 final.

A partir de ahí el Uní Uní jugó con más pundonor que buen fútbol, tratando del vulnerar el arco rival, recibiendo innumerables y dudosas faltas, frente a la mirada impávida del juez del encuentro; mientras la tarde avanzaba y las nubes escondían la luz del sol, la misma que hizo presagiar una jornada triunfal.

El partido finalizó, y las sombras de la tarde me recordaron, otra vez, unos versos de César Vallejos: «todos saben y no saben que la luz es tísica y la Sombra gorda»                             

Quién sabe hasta cuándo nos acompañará esta sombra, si continúa, habrá que seguir purgando los pecados.

Ofiuco

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