Historias misteriosas, narraciones extraordinarias que todos hemos oído de alguien o incluso protagonizado, seres fantásticos, mitología pasada y presente, entierros de tesoros. Nadie está ajeno a conocer alguna de estas historias que, trascendiendo la esfera de la lógica o de la ciencia, se precian de reales, y sobre ello investiga y escribe Francisco Ortega, quien presentó su último libro en el Teatro Municipal de San Felipe, la lluviosa mañana del 12 de junio, invitado por la Librería Que Leo de la ciudad.
En este libro, Tesoros chilenos, que cierra la trilogía conformada por Dioses chilenos y Alienígenas chilenos, publicados por Editorial Planeta, una de las historias tiene como protagonista a un hombre de la ciudad de Los Andes, quien por jugarreta adolescente participa de una sesión de espiritismo junto a sus amigos, motivo por el que será visitado hasta el final de sus días por la Quintrala.
Con gran dinamismo, sentido del humor y honestidad el escritor conversó con su público, durante una hora y media, manteniendo la atención de adultos y jóvenes, quienes a su vez sintieron la confianza de realizarle muchas preguntas que él contestó con gran afabilidad.
La exposición fue presentada por Carlos Herrera, dueño de la librería Que Leo, quien se mostró muy motivado por la concurrencia de público pese a las inclemencias del tiempo, y por el entusiasmo de un lector de no más de doce años de edad, quien había leído varios libros de Francisco Ortega, y además de comentarle lo mucho que le gustaban sus libros, realizó una acotación muy bien elaborada.
No era el único joven lector. Una adolescente un poco mayor, le pregunto a Ortega, qué había que hacer para volverse escritor, a lo que él respondió, como primer requisito, leer mucho, y simplemente escribir, expresando que el oficio de escritor requería de paciencia y de constancia.
Que en un día lluvioso se realice una actividad tan interesante para grandes y chicos, es un regalo; y ver que en pleno auge de la época de las pantallas existen jóvenes tan interesados en la lectura, simplemente soñado.
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