Los primeros encantadores de los últimos tiempos surgieron en plena democracia; se hicieron fuertes en las facultades universitarias. Venían a cambiar el stato quo, llegaron con energía y superioridad moral, eran los amigos del Walmapu y fuertes en los territorios y en las minorías identitarias. Luego, la “pax romana” que había durado treinta años llegaba a su fin. Expiraba el lema de don Nica, “la izquierda y la derecha unida jamás serán vencidas”. Bajo ese “oasis de paz”, para citar a tío Piñi, se gestaba un estallido que “nadie vio venir”. La salida a la crisis fue el primer proceso constituyente. Entonces el pueblo se encantó con la lista del pueblo, la tía picachú y el dinosaurio. Pero al momento de votar el proyecto de nueva constitución, el pueblo lo rechazó por un amplio margen. Posteriormente, el pueblo se encantó con los republicanos y los “chilenos de verdad”. Ganaron por paliza eligiendo a la mayor parte de los integrantes del segundo proceso constituyente; tampoco aquí se pudo aprobar el proyecto de nueva constitución y nos tuvimos que quedar con la constitución mal llamada de “los 4 generales”. En ambos casos los dirigentes vencedores no consideraron algo tan elemental —parafraseando a Camilo Escalona, se dieron un gustito, y una palabra más— que en un país con elecciones libres y voto secreto, gana el que suma más votos; a diferencia de lo que pasó en Venezuela, que ganó el que sacó menos votos.
Y en qué estamos ahora: Jeanette Jara candidata del partido comunista gana la primaria del oficialismo. Tiene carisma, la comparan con Michelle Bachelet, ha encantado al pueblo, aunque el porcentaje de votos que obtuvo comparado con el total del padrón electoral es exiguo. La expresidenta no se la jugó por el socialismo democrático; tal vez su corazón estaba más cerca de Jeanette.
Pero Jara es militante de un partido que apoya las dictaduras más extremas del mundo. Recientemente ha dicho que en Venezuela y en Cuba no se respetan los derechos humanos; una confesión bastante tardía. Tras sesenta y seis años de dictadura cubana recién hoy dice que en Cuba hay presos políticos, suena acomodaticio. El partido comunista funciona como colectivo; ¿cómo va a lidiar con Carmona, Jadue y su jefa de campaña, si es que es elegida presidenta? Carmona, pidiendo ahora cambio de constitución, como Petro pidiendo asamblea constituyente en Colombia, y el compadre Maduro que impuso por la fuerza la suya en Venezuela. Y si tienen buena memoria podrán recordar lo que decía Barbara Figueroa en los días más álgidos del estallido social: ¡Asamblea Constituyente ahora o paro indefinido!
La derecha por su parte tiene un desafío no menor para vencer a la candidata de izquierda. ¿Podrá la derecha dejar de lado sus lastres de egoísmo, rivalidad e intolerancia para ganar la elección de noviembre?
Citadini